Que vivas en tiempos interesantes
Esta frase es una vieja maldición china que nos hace ver que los momentos más interesantes desde el punto de vista de la historia, suelen ser los peores para nosotros.
Coronavirus, qué si no.
Me he resistido a escribir sobre este tema por muchas razones, desde evitar el clickbait hasta eludir cualquier opinión personal y por supuesto el indefendible off topic ya que esto no tiene que ver mucho con la tecnología o la ciencia.
De todos modos, permitirme escribir, acompañarme un ratito y así, compartiendo, estaremos menos aislados.
La historia.
Cada cierto tiempo, alguna generación se tiene que hacer cargo de escribir unas líneas, a veces es una gran crisis económica, otras una guerra, revoluciones, cambios industriales y pandemias.
En nuestro caso, supongo que nadie queda que tuviera suficiente edad para recordar la mal llamada gripe española que asoló el mundo en 1918 y desde entonces, no ha habido una situación siquiera semejante.
La crisis actual es mucho menor y estamos mejor preparados, la ciencia y la tecnología nos ayuda a secuenciar el genoma del virus, incluso en diferentes puntos de su evolución y en diferentes localizaciones para conseguir un mapa de su, por llamarlo de alguna manera, genealogía.
También, en general, los gobiernos tienen una mayor capacidad de comunicación para hacer llegar las medidas a sus ciudadanos, así como información sobre cómo actuar y protegerse.
Por tanto, quedará en la historia para el recuerdo cómo el mundo industrial y postindustrial pero siempre postmoderno, se enfrentó a una amenaza global y podremos decir el consabido «yo estuve allí».
La medida de una nación.
La crisis del coronavirus es ya el crisol donde se medirá al todo en su conjunto, las acciones de los gobernantes, el civismo de sus ciudadanos, los centros de investigación… todos y cada uno estamos bajo la lupa.
Cada uno en nuestra pequeña parcela de responsabilidad, no importa si es grande o pequeña porque las implicaciones de cada uno determinarán la evolución del brote y cómo el resto de países del mundo nos perciben.
Se ha observado cómo las acciones diligentes y disciplinadas de algunas naciones han llevado a frenar la expansión del coronavirus mientras que otras, perezosas e ignorantes lo sufren con mayor efecto.
No estoy poniendo la mirada en nadie, como en esos juegos para bebes, donde hay que colocar las piezas con diferentes formas y colores en cada uno de los huecos, que cada uno coloque cada porción de información donde deba.
Por mi parte, en enero comencé a hacer planes para lo que venía, puede que se deba a que me gusta estar informado y a que trato de anteponerme a las situaciones, pero meses más tarde no fue ya necesario disponer de un halo visionario, si no observar cómo les ha ido a otros.
Una nueva economía.
Recurriré a términos económicos y técnicos para explicar lo que viene: va a ser un palo tremendo y punto. Nuestra economía, la del vecino, la de aquel y el otro país va a resentirse.
Es una realidad, un hecho, olvidémonos de paliativos y ayudas, de una u otra manera el ciclo digestivo se ha roto y nos va a doler mucho la tripa o incluso tendremos que vomitar.
Creo que cuanto antes se asimile es mejor, lo que menos nos conviene es pensar (seguir pensando) en modelos equivocados y que después que nos pille el toro, nos vuelva a zarandear por el suelo.
Si tenemos la actitud correcta y reaccionamos, seguro que conseguiremos levantarnos.
Cambio de mentalidad.
Ya ocurrió en otras ocasiones, por ejemplo tras una guerra, la gente ve las cosas de otra manera, puede producirse un baby boom, un incremento exuberante del ocio y todo irá o debería ir acompañado de un mayor apetito por la vida.
O tal vez como en China que se han incrementado los divorcios, puede que aparezcan movimientos más radicales o incluso una alteración del sentimiento religioso.
Como sea, siempre nos quedará un regusto, un recuerdo de lo ocurrido, un miedo a que vuelva a ocurrir, un memento mori a nivel mundial.
La tecnología, aquella salvadora.
La mejor y más segura salida de todo este lío es la ciencia y la tecnología, técnicas que hace unos años eran impensables y que hace poco estaban en pañales, hoy permiten llegar a desarrollar vacunas, nuevos fármacos y hacernos sentir esperanzados.
No nos engañemos, la contención, el aislamiento es una medida necesaria pero precaria, como comparar un solomillo con unos panchitos. Si vamos a erradicar al enemigo tendrá que ser a través de tratamientos específicos porque la caja de pandora está abierta y ya deambula por todo el mundo, con el riesgo de convertirse en estacional.
Heroes y caídos.
He dejado para el final a los más importantes, a los héroes de lo que será este mal recuerdo, los sanitarios, la policía, el ejército, todos ellos siguen ahí, al pie del cañon cumpliendo ya no con su trabajo si no con su deber, con paciencia y dedicación.
No somos un país acostumbrado al mérito, parece que para algunos los esfuerzos y éxitos de los demás en vez de una inspiración son un sarpullido, pero no me importa, para mi, ellos se merecen la admiración.
Y es que parece que hay gente que todavía no entiende, que no comprende, que no asimila que con sus actos afecta a los demás y que esta denominada «gripe leve» afectará especialmente a los abuelos, aquellos que seguro os cuidaron cuando de pequeños, que se merecen al menos, en su momento de mayor debilidad el recibir el mayor de los amores y protección.
La hora más oscura es antes del amanecer.
Siempre me ha gustado esa frase porque aúna dos de las filosofías más incompatibles que se puedan interseccionar, el optimismo y el realismo.
Espero que estas líneas hayan servido para entretenerte un poco, para que yo me haya sentido mejor y sobre todo para que tengan alguna utilidad para alguien, aunque sea muy pequeña.
Ánimo.