El ocaso de los dioses

La Humanidad, la elegida, aquella destinada a reinar sobre el resto de la Creación y a elevarse sobre el cielo para alcanzar las estrellas. Somos dioses, al menos para nosotros mismos, capaces de progresar y asombra pensar que aquellos primates que tan bien escenificaba 2001 Odisea en el espacio, en tan poco tiempo geológicamente hablando, estén pensando en llegar a Marte.

Pero como Zeus y sus hermanos y hermanas saben, hasta un dios, puede ser devorado, en aquel caso por Crono, su padre, en este por un hijo, la inteligencia artificial.

Mi valoración sobre lo que significa realmente la inteligencia artificial y lo que implica ya lo he expuesto en un artículo previo. Soy muy estricto y exigente a la hora de pedir resultados a este tema, porque se puede convertir rápidamente en un cliché que sirva al marketing o incluso a la inversión pero no tanto para prepararnos para lo que puede venir.

El enigma, el dilema, el acertijo.

Voy a relatar una situación personal como ejemplo de lo que trato de exponer, espero no te aburra.

El otro día vi una sitcom o comedia de situación llamada Brooklyn 99 en el que se proponía un problema, uno de gran complejidad y que finalmente quedaba sin solución. Eso me mordió de tal manera que sin que nadie hubiera propuesto un desafío, declaré en mi mente… «acepto el reto», como si de Barney Stinson se tratase.

Por si alguien disfruta de los retos, es el episodio 18 de la segunda temporada y en él tenemos el texto a desenmarañar, que simplifico:

De 12 personas, una pesa un poco más o un poco menos que las otras 11. Para saber quien es, tenemos un balancín pero solo se nos permite hacer 3 pesadas.

En Internet pululan muchas teorías que no te servirán y también una versión simplificada, muy sencilla donde el personaje esquivo pesa más, pero no, aquí el verdadero problema viene de la incógnita al no saber si pesa más o pesa menos.

Era tarde, había sido un día largo y la luz del sol ya había abandonado hace horas el lugar, debería ir a dormir pero no podía. Me intrigaba no solo la solución si no saber si siquiera existía una.

Si solo comienzas a hacer alguna prueba para resolverlo, verás de lo que te hablo.

La solución, el alivio, la epifanía.

La verdad es que estaba muy cansado y me llevó más de lo esperado el encontrar una solución pero me fui a cama (tarde) con una indeleble sensación de éxito. Esa noche soñé con el problema y en concreto con una sección del proceso, podía ver la parte escrita del papel con gran claridad, algo no cuadraba.

Por la mañana pude disponer de algo de tiempo y efectivamente, había un fallo, producto de mi deficiente razonamiento, de la somnolencia o de una limitación inherente a mi capacidad, como fuera, ahí seguía, los 12 sujetos del experimento me miraban con superioridad y uno de ellos, en su interior seguro que se estaba partiendo de risa.

A lo largo del día pude dedicarle algún momento para razonar y por la noche concebí otro nuevo proceso, asombrándome de cómo había avanzado en la dinámica de la solución, que incluía tres hojas de diagramas, pero la solución tenía una considerable cantidad de estados, 36 momentos de decisión diferentes y un par de ellos no ofrecían una resolución posible. Al día siguiente me levanté con el ansia de aclararlo.

Me puse de nuevo a la labor y para mi sorpresa, comencé a vislumbrar un nuevo modo de entender el escenario, en solo unos pocos minutos llegue a la conclusión final, una solución donde las 36 situaciones tenían cohesión y que era mucho más elegante y eficiente que la anteriores versiones con solo una hoja de diagramas.

Por fin allí lo tenía, ante mi, la solución, mostrada como una revelación, con lo que decidí probarlo con 12 piezas de ajedrez a modo de estáticos voluntarios y asegurarme con repetidas pruebas que así era… lo había conseguido y fue en ese momento cuando comprendí lo obsoleto que soy.

El primer paso atrás.

Hay muchos términos técnicos que sirven para explicar cada una de las disciplinas sobre las que se cimenta la inteligencia artificial pero una de las partes simplificadas es que las máquinas pueden llegar a aprender solas.

El aprendizaje es algo maravilloso, todos tenemos diferentes habilidades y ritmos de aprendizaje y en el ejemplo que hemos visto, el primer modelo me costó mucho tiempo y además salió defectuoso porque mi cabeza no estaba pensando como debería hacerlo para semejante problema. El segundo casi alcanzó su cometido y su propuesta era mucho mejor que la anterior aunque tampoco servía, mientras que la última versión era óptima ya que alcanzaba el éxito y lo hacía en menos pasos.

Mi cerebro se adaptó a las reglas del problema, a su peculiar universo, pero le llevó un tiempo encontrar el resultado, algo que un sistema automático haría probablemente en unos segundos.

Y es que en el día a día nos enfrentamos continuamente a los mismos tipos de problemas porque es a lo que nos dedicamos, el cerebro humano es muy plástico y se adapta a pensar como se acostumbra, con lo que siempre es recomendable cambiar de problemas y atacar nuevas dificultades.

Pero la inteligencia artificial no tiene esa peculiaridad, se adapta en el tiempo en que la carga eléctrica desciende de las nubes y toca el suelo formando un rayo, no se puede competir, vamos a admitirlo y digamos todos juntos: «esta batalla esta perdida», son más rápidos y al poder realizar un filtrado de ensayos y errores, se podría decir que son más listos porque van a conseguir alcanzar la solución.

Un ejemplo palmario de esto es Alpha Tensor que mejora los algoritmos u otro ejemplo como algunas pruebas de concepto con el letal gas VX de protagonista donde una IA creó hasta 40 mil armas bioquímicas en 6 horas.

Letra y trazo de creatividad desbocada.

Me tiene preocupado, he de admitir que me tiene preocupado… ¿por qué habría de escribir sobre ello?, si no para compartir esa inquietud.

Si hace unas líneas he retrocedido unos pasos atrás en lo que consideraba que podría ser esa línea roja de la supremacía humana, puede que lo haya o hubiera hecho solo para arremeter con más fuerza aseverando que la inventiva es nuestra, la capacidad de creación es de nuestro dominio y únicamente propiedad humana.

Nos ha costado mucho, la expresión de nuestro entorno y de los reinos de lo imaginario ha sido una constante desde los inicios de la abstracción y desde el punto de vista artístico, es tan válida una representación de un animal en una cueva como cualquier cuadro impresionista y el haber llegado a representar algo de mil maneras es uno de los últimos baluartes humanos porque, ¿cómo va a conseguir una máquina hacer algo semejante?, algo que consideremos bello o inquietante. No… ¿verdad?… ¿nunca?.

De nuevo hemos de mover esa línea imaginaria un poco más hacia nuestra posición, retrocediendo y haciéndolo demasiado rápido porque hemos visto cómo las (mal llamadas) IAs interpretan ya los textos y de la comprensión de los elementos de esos textos convierten las propuestas del lenguaje en imágenes y de ahí en composiciones complejas de calado artístico, creativas, originales, algunas también bellas e inquietantes.

Quien haya tenido la suerte de experimentar con estos sistemas ya que hay varios tipos, habrán comprobado en sus propias carnes cómo la máquina articula composiciones artísticas en forma de lienzos solo con unas pequeñas guías a modo de inspiración, como si de un mercenario del arte se tratara a la espera de un estímulo.

Podríamos decir que esto no es creatividad natural pero, ¿cómo funciona nuestra propia creatividad? si no alimentándose de lo que ya conocemos, o hemos visto o soñado nosotros o si no, de la inspiración que encontremos en el trabajo de otros. Por tanto, nuestras creaciones son fruto de algo previo, no surgen del vacío y del mismo modo la máquina actúa.

Pero es que va más allá, porque así como un cuadro es solo un cuadro, cuando tenemos varios, obtenemos una colección y con varios autores podríamos montar una exposición y a su vez, con unas cuantas historias asiladas, tener una recopilación de cuentos o incluso, hilarlas de algún modo para que se relacionen y alcanzar una trilogía. Y así, ya tenemos composiciones más complejas como guiones, comics y obras interactivas o incipientes películas hechas por una IA, con lo que esto es solo el comienzo en un mundo donde ya han ganado un concurso de arte en el que los jurados no sabían que la obra era generada por un ordenador.

Y ojo, porque todo esto es aplicable también a la música y a los actores e influencers virtuales… en serio, ya los hay.

El aprendizaje automático no es tan rápido.

Otro paso más, queda poco territorio a salvo, pero lo defenderemos con una nueva aseveración a esas presumidas máquinas ya que por muchas redes neuronales y aprendizajes automáticos, al final, dependen de nosotros para entrenarlas.

Si tenemos en cuenta que el entrenamiento de una IA es una labor complicada y costosa en tiempo y en energía (equivalente a 300 toneladas de dióxido de carbono) tal vez podría ser una buena idea que una IA entrene a otra IA de un modo más eficiente que un humano de esos que están tan obsoletos. Además, si tenemos en cuenta que las IAs son en realidad programas en muchos casos concentrados en un área muy concreta, el entrenamiento de muchos tipos de IA es y será necesario.

Hasta el día de hoy los procesos alcanzados no son válidos para todos los tipos pero se han hecho mejoras de 10 mil a 1 en entrenamientos de IA a IA y esto no es de ahora si no que las IAs ya han entrado de manera directa en la programación creando o ayudando a crear aplicaciones como bien sabe Microsoft.

Todo esto me hace pensar que de esta manera será más rápido y asequible educar a una nueva IA que comprenda sistemas más complejos o por simplificar, varias IAs dentro de una.

Si te sirve, ponle piernas.

Bien, no hay problema, seguimos definiendo el escenario, son más listos y rápidos, también creativos pero están encerrados en esas cajas con teclas, aunque se muevan de una a otra y asomen sus diminutos y redondos ojitos a través de las cámaras de los móviles, no es lo mismo que si estuvieran en el mundo real.

Hasta es posible que lo que nos otorgue una ventaja frente a ellos pueda ser algo tan simple y mundano como tener piernas pero no, parecen estar empeñados en hacernos ver que son nuestros sustitutos ideales adoptando nuestro aspecto y la propiedad de moverse por el mundo real tocando lo que nosotros.

Ahora le toca a Tesla y su robot Optimus, un prototipo bastante operativo que está pensado para ser ofertado al mercado de consumo, por un precio asequible, con una incipiente IA que le permite reaccionar ante situaciones genéricas, entre ellas las denominadas como características de seguridad integradas para proteger al robot y a las personas a su alrededor, eso si que da que pensar.

Este no es el primer robot, ni siquiera es el primero del que hablo pero sí que es el primero pensado para ser construido en masa y estoy seguro que si no es por parte de Musk será otro, por tanto, que de nuevo, más pronto que tarde, tendremos seres mecánicos en nuestro día a día.

Las elucubraciones de los humanos.

Puede que todo lo que has leído hasta ahora sea solo una teoría, una exageración de un humano influido por las series y películas que nos han traído a enemigos como Hal o Skynet o tal vez no, tal vez puede que haya algo más de lo que parece.

Así también lo piensan algunos investigadores, entre ellos uno del MIT, que han abierto un debate sobre un posible surgimiento de formas limitadas de sensibilidad en los sistemas de aprendizaje automático llegando a sugerir que «es posible que las grandes redes neuronales actuales sean ligeramente conscientes». Estas afirmaciones han devenido en algunos casos en burlas y en otros en una consideración abierta a no descartar tales posibilidades.

Puede que pronto aquello que Spock dijo en la primera película de Star Trek sea una realidad: «estamos dentro de una máquina viva».

Para acabar y a modo de curiosidad para medir el grado evolutivo de lo escrito me gustaría incluir algunas pruebas que he hecho con Dall-e a la izquierda y Stable Difussion a la derecha sobre algunos motivos más o menos rebuscados. He de adelantar que los resultados mostrados son elegidos entre varias propuestas que el generador ofrece y cogiendo el que mejor representación consigue, además, aunque he sido exigente con las descripciones, en muchas otras que he probado, las composiciones ofrecidas dejaban mucho que desear, pero es muy interesante el hacer pruebas y más pruebas viendo por un momento el extraño punto de vista de las máquinas sobre nuestro mundo.

Para «un alien y un robot bailando en el caribe», la pareja de Stable Difussion hace difícil distinguir cuál es el alien y cuál el robot.

ejemplos dall-e
ejemplos stable difussion

Para «viendo Star Trek en un casino», Stable Difussion parece más acertado con el texto al tener unas pantallas para ver pero el uniforme de Dall-E está logrado.

generadores de imagen por inteligencia artificial
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«Una naranja llorando en el mercado de acciones» nos regala en Stable Difussion con una naranja que parece haber tenido un buen día y parece que simplemente Dall-E tira la toalla.

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«Un aeroplano acercándose a un agujero de gusano» es una de las representaciones más acertadas pero también más fáciles donde las dos alcanzan representarlas con acierto.

imagenes dall-e
imagenes stable difussion

Y para la portada de este artículo, el texto «el ocaso de los dioses» donde el ocaso ha sido comprendido pero los dioses son ciertamente etéreos.

fotos creadas con dall-e
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Por último he querido descubrir cuál sería la interpretación para la portada de mi libro de «El camino de los negocios«.

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Para saber más recomiendo buscar por Songmastr, Matchering 2.0, Dall-e y Dall-e 2, Midjourney, Stable diffusion, Salt, Alpha tensor, Make-A-Scene, Bloom, GPT-3, DeepAI, Get3D, Lexica, Copilot, Wombo, Wordcraft, OpenAI y Dall-e mini