Trenes y supercohetes, más allá del turismo y la exploración espacial

El competitivo sector aeroespacial ha pasado de ser una epopeya épica donde prima la ciencia y la investigación a un serial por capítulos donde los esfuerzos por liderar el camino se entrelazan entre las pugnas corporativas y personales.

La NASA en medio de Blue Origin y SpaceX.

En el anterior artículo sobre el turismo espacial comentaba que mi impresión era que SpaceX tenía la vista puesta en algo más que el turismo espacial, que eso estaba muy bien pero lo importante era volver a llegar a la Luna, ir a Marte y por qué no, más lejos.

Así, cuando la NASA pensó en SpaceX para la misión a la Luna porque su propuesta económica era la mitad que la de Blue Origin, la empresa de Bezos hizo una inesperada, peculiar y única oferta, una que la NASA parecía que no podría rechazar y que consistía en rebajar dos mil millones su precio y cubrir costes extras que pudieran surgir.

Si algo puede permitirse Blue Origin es pagar porque al igual que Enzo Ferrari vendía coches para financiar su escudería y poder competir, Jeff Bezos tuvo Amazon para financiar a Blue Origin, por tanto, le sobra pulmón financiero para poner sobre la mesa la cantidad que simplemente sea necesaria.

Al final, la NASA eligió a SpaceX con una adjudicación única, algo poco común pero que está contemplado en la normativa, catapultando a la empresa de Elon Musk, como diría él si hablara de Doge, «to the moon».

Y si haber ganado en el paseo hasta la Luna fuera poco, SpaceX también se ha agenciado un contrato con la NASA para uno de los cohetes con destino a Europa, el satélite de Júpiter que inspiró a Arthur C. Clark.

El secreto aeroespacial está en la reutilización.

Parte de estos éxitos se deben en gran medida a la visión de SpaceX para utilizar cohetes reutilizables, enfocando el uso de materiales de una manera innovadora y reduciendo las cifras de costes.

Después de todo, los dinerales que se están dedicando a esto son importantes, aunque tal vez ahora no tanto, porque estamos viendo el escenario desde un punto de vista intelectual, pensando en la ciencia, en el avance de la Humanidad y en satisfacer esa incesante necesidad de salir del planeta para por fin, poder devastarlo, pero más allá de llegar a un sitio y más allá de conseguir que llegue un humano y no una sonda o un chimpancé, está la obligación de la logística.

La logística es lo que decide las guerras y lo que mide cómo de avanzada está una organización, por eso, no fue solo preciso durante la colonización del llamado salvaje oeste que los rudos vaqueros y los colonos alcanzaran aquel lugar y fundaran pueblillos y poblachos si no que hubiera una vía de comunicación continua de mercancías y suministros… un tren.

De aquella, al igual que ahora se licitaron concursos públicos para elegir las mejores locomotoras y al igual que ahora la rivalidad exudaba cada poro de los contrincantes, el resto de la historia ya la sabemos, el ferrocarril ayudó y aún hoy es pieza fundamental del avance de la civilización.

Por tanto, imaginemos una locomotora que va de este a oeste y que cuando llega a la estación de destino, ha de destruir su caldera o perder vagones de carga o que incluso que para enviar un nuevo cargamento, la locomotora no haga el viaje de vuelta si no que se quede allí para chatarra y tengamos que enviar una nueva.

Eso es más o menos, salvando las distancias lo que ocurre ahora y que con la reutilización, permite reducir los costes para que enviar las piezas de una base no sea tan caro y al ser más asequible, por arte de magia se convierta en una realidad.

Así, SpaceX lleva una gran ventaja al tener una propuesta reutilizable, pero Blue Origin, de nuevo, le sigue a la zaga porque está trabajando en un sistema reutilizable: Jarvis y China con CAS Space ya dispone de una nave suborbital reutilizable que parece aunar conceptos de SpaceX y Blue Sheppard.

La luna está muy cerca, próxima parada Marte.

Y si ir a la Luna o protagonizar una misión a una lunita de Júpiter aún parece poca cosa, Starship, la nave gigante de SpaceX piensa en ir a Marte con una intención, la de colonizarlo.

Y cuando me refiero a gigante se debe a que este navío ya ostenta la marca de ser la nave más alta porque se le ha ensamblado al Super Heavy, el cohete de 120 metros que lanzará el módulo o la nave y que como anticipaba, es reutilizable.

Pero… ¿es bueno que sea gigante?. Esta es precisamente una de las reclamaciones más importantes que ha llevado a cabo Blue Origin alegando que el sistema Super Heavy junto a Starship necesitará más de diez lanzamientos y parece que tiene razón porque el GAO, el organismo encargado de valorarlo concluyó que serían necesarios hasta 16.

Elon Musk saltó a la palestra para asegurar que no serían necesarios tantos y que bien podrían reducir la cifra a cinco y que aunque fueran los que se rumorean, tampoco sería un problema. Una aseveración que puede parecer arriesgada pero hay que tener en cuenta que estos viajes no se hacen de seguido y que hay una gran ventana de tiempo entre ellos, sumado eso a que hablamos del futuro y que hay que buscar financiación, SpaceX tendrá tiempo suficiente para solucionar los problemas de lo que ya ha vendido.

La liga menor de la exploración espacial.

Hay mucho más, muchísimo más que decir pero ya no en esta entrada, solo dejar un poco de espacio al final para las grandes empresas que son parte de los últimos, los que han llegado tarde o han tardado más en llegar.

Creo que será interesante descubir que Porsche no solo fabrica coches si no que está metido de lleno en esto de ir a las estrellas con Isan, una empresa adquirida que trabajará en cohetes espaciales y que tiene las cosas muy claras ya que si no lo consiguen, tienen la intención de utilizar lo que aprendan para la industria automovilística.

En segundo lugar, Boeing que es la mejor opción para llevar astronautas a la estación espacial internacional y así no obligar a la NASA a depender solo de SpaceX o de los transbordadores rusos.

Pero hay más, algunos menos comerciales como Dynetics que también concursó en el proyecto a la Luna junto a SpaceX y Blue Origin, la alemana Rocket Factory Augsburg que ya está realizando ensayos o Varda Space con personal salido de SpaceX y que proponen construir una fábrica en las alturas.

Esto va seguir, no es que sea un pastel muy grande, que lo es, si no que es un pastel con futuro, supongo que al final sí que habrá que ir donde nadie haya llegado antes.