Turismo espacial para unos pocos
Hace unos días saltaba a la palestra Richard Branson y su empresa Virgin Galactic que iban a conseguir el primer vuelo comercial tripulado, pero es eso cierto ?, analicemos un poco más el asunto y descubramos qué hay detrás de todo esto porque el magnate de Amazon le ha seguido la pista hasta un poco más arriba.
Tres palabras se quedan y una se va.
El meollo de la cuestión no es si se va al espacio, que también, pero no es suficiente con ir al espacio, muchos han ido ya, así que esa palabra pierde interés y la dejamos aparcada. Nos vamos a quedar con lo de «primer», «comercial» y «tripulado» porque con estas tres palabras definimos cualquier titular que nos va a servir para marcar un camino bien definido para el resto de la industria.
Como decía, muchos han ido ya al espacio y ya parece que no es gran cosa cuando se trata de algo tipo NASA, por eso hay que tener en cuenta que este es un vuelo comercial, no es por la ciencia ni por alcanzar un nuevo límite en la exploración, es un vuelo comercial para llevar a turistas.
En segundo lugar, otra palabra de peso es que sea tripulado, no estan enviando un dron si no que somos nosotros los humanos los que hemos llegado allí e incluso vamos a volver, como hacen todos los turistas.
E insisto en el término turista porque es uno ya con cierto tiempo en sus espaldas, las primeras definiciones son del siglo XIX y aunque hay diferentes fuentes, un turista es alguien que viaja por ocio, por tanto subiremos allí donde la tierra pierde su nombre y en el espacio veremos y volaremos hasta que volvamos.
Como podrás observar, detrás de esto no hay más por tanto que el transporte de viajeros a un lugar y ser el primero es importante, de ahí las puntualizaciones de Jeff Bezos de Amazon y las dudas sobre si realmente han sido los primeros.
Virgin Galactic dos, Richard uno.
Como anticipaba, las portadas se llenaron con salvas sobre la hazaña, el primero, el 11 de Julio de 2021, La VSS Unity, nomenclatura muy a lo USS Enterprise, alcanzó su objetivo, pero antes ya lo hizo SpaceX en una conexión con la estación espacial internacional, que esa sí que levita en el espacio.
Si SpaceX ganó a Virgin Galactic en este ejemplo, sucede que Virgin Galactic ganó a SpaceX pero en el pasado, porque en diciembre de 2018 ya alcanzó la misma cota de altura y hubo algunas otras pruebas en el año siguiente con el mismo navío.
Por tanto, sí, Virgin Galactic consiguió el primer vuelo tripulado comercial al espacio pero fue hace ya unos años y ahora se vende como el primero de todos porque Richard va en él, una argucia de marketing que no solo es que la hayan gestionado magistralmente, si no que les ha salido de diez.
Mira arriba, el espacio no está ahí.
El segundo escollo al que tiene que hacer frente la VSS Unity es el hecho de las mediciones y las convenciones, si no fuera poco que unos quieran millas y otros kilómetros, o que estemos condenados a utilizar clavijas de enchufes diferentes o idiomas poco similares, ahora resulta que tampoco estamos de acuerdo en dónde comienza el espacio.
Esta fue la aseveración con la que Jeff Bezos y su compañía Blue Origin atacaba el comunicado de Virgin Galactic y es que el objetivo de las dos compañías es el mismo, por tanto, Bezos quería arrebatar el notición de ser el primero alegando que la altitud que alcanzó la nave de Virgin no es realmente el espacio.
Si la máxima altitud que un avión ha alcanzado son 37 KM y la estación espacial internacional campa sobre los 400 KM, la convención que se aplica para donde comienza el espacio es doble.
Por un lado, la línea de Karman la fija a 100 KM sobre el nivel del mar, cifra que dejaría a la VSS Unity a la altura de un avión muy caro y es el lugar en el que Blue Origin quiere depositar su nave espacial. En el otro lado del ring se encuentran pesos pesados como la NASA y la fuerza aérea estadounidense que fijan el comienzo del espacio a los 80 KM y ellos mismos denominan como astronáutas a quien haya llegado a esas cotas.
En realidad esto es una lucha de convenciones, como el sistema métrico, porque para algunos autores la atmósfera, aunque muy leve se puede extender miles de kilómetros, por tanto, hay que localizar algún punto aceptado en el que no puedes pilotar un avión convencional pero tampoco fijar una órbita.
Sea como sea, ahora hay dos puntos donde comienza el espacio y dos usuarios de esos puntos, será interesante ver qué ocurre.
Y llego el turno de Blue Origin.
Blue Origin es la enseña de Jeff Bezos y solo unos días más tarde, el fundador de Amazon alcanzó la tan marcada línea de Karman con su nave New Shepard.
Este vuelo está cargado de mensajes y simbolismos, por ejemplo, la nave se ha nombrado en honor de Alan Shepard, el primer estadounidense en volar al espacio, también ha viajado una mujer astronauta que no pudo alcanzar el cielo en su momento y ahora con 82 años se ha quitado esa espinita y ha fijado un nuevo record de edad para ir al espacio. Por último, otro viajero con solo 18 años, por tanto, la persona más vieja y más joven.
Todos estos detalles no parecen haber conseguido el mismo impacto que su predecesor y si bien, la tecnología utilizada es (o parece ser) mejor, más reutilizable, menos contaminante y más eficiente, a nivel de impacto mediático, parece no haber sabido explotar estas ventajas y si no que se lo digan a la frase que ha saltado a los titulares, donde Jeff, junto a su hermano y pasajero, agradeció a los empleados y comradores de Amazon la financiación para semejante paseo.
No hay dos sin tres, verdad Elon ?.
Elon Musk a veces es algo parecido al perejil de todas las salsas y en este caso, también está en el punto de mira porque con su SpaceX, tiene fijado un objetivo si acaso más elevado, no ya subir como bala de cañón para bajar al poco, si no, llegar a la Luna y de todos es sabido que tiene planes de alcanzar Marte.
De todos modos, el camino de Elon parece separarse un poco de los anteriores ya que si los otros buscan convertir una nave millonaria de tecnología punta en un autobus, el objetivo de SpaceX parece ser el de ser un tren, uno que pueda utilizarse para más cosas que para llevar a gente, si no también mercancías, módulos de colonización y prestar el servicio al más alto nivel gubernamental.
El espacio es de todos.
En la actualidad ya se han vendido 600 pasajes por precios que rondan los 200 a 250 mil dólares y tenían planeado lanzar 400 vuelos al año, con lo que sus expectativas eran elevadas y me estoy refiriendo al pasado porque el impacto mediático ha sido tan grande que están valorando adelantar sus planes, su infraestructura y ya han subido los precios, además de buscar financiación, lo que inevitablemente ha llevado a que caigan por el momento en bolsa.
Pero si Virgin Galactic tiene ya tantos vuelos vendidos y planea vender tantos otros más, qué va a ocurrir con sus competidores… y hablo en plural porque además de la antes mencionada Blue Origin del magnate de Amazon, está también SpaceX de Elon Musk, que entiendo habrán hecho sus números, sus preventas y han visto ahí un mercado impresionante que pueden captar a precio de superdeportivo.
Por el momento, aunque parece que hay muchos con pudientes suficientes para ver el espacio, la realidad es que no será un viaje asequible para la mayoría de los mortales y supongo que incluso será una experiencia propia de la élite.
Me imagino conversaciones entre nuevos ricos y familias de postín criticando a aquellos que aún no han ido al espacio, porque si antes podía ser una joya única, una mansión privilegiada o un título nobiliario, lo que les diferenciara, ahora bien podría ser ir al espacio.
El día en que vi el espacio.
En realidad cada día que miramos al cielo, vemos el espacio, aunque nuestra atmósfera nos juega una mala pasada pintándolo todo de ese azul tan bonito, pero detrás de esa ilusión está el espacio.
Recuerdo una vez en un vuelo intercontinental que mientras todo el pasaje dormía y yo trasteaba con mi portátil, harto de trabajar, miré por la ventanilla como si de un tren se tratase y esperase ver algún bello y bucólico paisaje, pero no vi nada más que nubes… al menos no hasta que mire hacia arriba.
Allí estaba una franja donde el azul se perdía y más arriba, aún más, el color negro. El espacio… a mucha, muchísima distancia, pero igual que ves el horizonte allá a lo lejos, del mismo modo vi las puertas de algún punto donde el azul dejaba paso al éter del que Aristóteles hablaba.
Me quedé impresionado, aunque he de decir que las playas que ví a mi llegada me causaron mayor impacto y es que, como han dicho algunos astronautas y como se ha reflejado en alguna literatura de ficción, parece ser que el momento definitorio no es ir al espacio, si no, ver tu planeta desde allí y por fin, poder entender lo que significa y que merece ser salvado.