la inteligencia del grupo

La resolución de dilemas con base en la inteligencia del grupo.

Supongamos un dilema complejo, donde, además, no disponemos de toda la información, en parte porque siquiera tenemos acceso a todo o parte de los datos.

¿Cómo podríamos resolverlo?. Es posible, si contamos con un grupo que aún estando en las mismas circunstancias que nosotros, sin información, pueda otorgarnos una aproximación a la solución.

He de decir que esta propuesta no es mérito mío si no que me inspiro en un documental emitido por el canal Odisea, hace ya algunos años y que despertó mi curiosidad para seguir leyendo y conocer cuál fue el comienzo que a su vez motivó ese documental.

Por tanto, retomando el asunto, el conocimiento del grupo, puede ser de utilidad en algunos casos, veamos cómo puede ser esto posible con un ejemplo práctico.

El experimento del tarro lleno de gominolas.

Como primer aspecto relevante de este experimento estoy en la obligación de informar que también es válido sustuir las gominolas por caramelos, por si algún goloso disfruta de un gusto diferente y quiere darle buen uso a los activos utilizados en la prueba.

Necesitaremos un tarro de cierta dimensión, suficiente para poder guardar una cantidad elevada de gominolas y cuyo contenido se muestra a los participantes del experimento y se les pregunta por la cantidad de golosinas que creen que pueda haber en el tarro.

En la prueba a la que me refiero, se consultaron a 160 personas y tras realizar cada una de ellas una estimación, la conclusión fue que el error se desviaba en un 0,1% del número real de gominolas… impresionante.

Como en muchas ocasiones, de la divulgación surje la curiosidad y de la curiosidad obtienes el dato histórico, así, esta demostración se fundaba en un hecho anterior y también quería conocer más.

Un buey y mucha matemática.

Existe una controversia sobre si el mérito corresponde totalmente a Sir Francis Galton al utilizar, puede que inspirado por un tercero, el cálculo de la media en un concurso en Plymouth, Inglaterra, donde se retaba a los partícipes de una feria a acertar con el peso de un buey.

Al margen de quién dispone de todo el mérito, voy a hablar de los resultados ya que tras analizar los datos de 800 concursantes, la media se desvió un 1% del peso real de aquel animal.

Personalmente me parece fascinante el poder de las medias matemáticas basadas en una información de grupo, donde se comprenden todo tipo de desviaciones ya sean gominolas o pesos y donde algunos se aproximarán al resultado correcto, otros lo harán con desviaciones y algunos se alejarán tanto que parecerán estimaciones sin sentido, pero todas forman parte de esa virtud de la media donde los que sobreestiman y los que subestiman, consituyen un equilibrio y esto es lo que conforma la «sabiduría del grupo«.

El poder de las medias y la aproximación a la verdad.

Y es que las medias, el cálculo de la suma de los elementos, dividido por el número de elementos son una herramienta común, accesible y muy poderosa especialmente teniendo en cuenta que nos permite saltarnos la carencia de información doblemente.

Por un lado, no disponemos de los datos para saber el peso del buey o de cuantas gominolas se han guardado, eso ya lo tenemos claro y así, recurrimos al grupo, pero es que también son válidas cuando no disponemos del número suficiente de interlocutores para ofrecernos información.

Esto se debe a que prácticamente nunca vamos a tener un escenario donde dispongamos de los actores suficientes, en el ejemplo original, había 800 concursantes, pero… y si hubiera habido 900, ¿tendríamos tal vez una mayor aproximación?.

Lo bueno de la media es que nos permite tener una aproximación a la verdad desconocida cuando no disponemos de información e incluso no contamos con todas las muestras posibles.

El conocimiento del grupo y la tecnología.

Desde pedir consejo a los amigos y familiares, formando de manera informal un consejo de sabíos, a consultar a un grupo de afiliados a una causa, todos estamos inmersos en una dinámica continua de conocimiento grupal.

Posiblemente se encuentre insertado en nuestra Naturaleza como mamíferos y sea fruto de la evolución de la misma, por tanto, tenemos una cierta predisposición a confiar en la media de la opinión del grupo.

Pero… qué ocurriría si tuviéramos acceso a un grupo suficientemente grande y donde la restricción del universo de muestras desapareciera, si en vez de 20 amigos tuvieramos centenas, millares o millones de contactos, posiblemente nos acercaríamos más y más al centro de la diana.

Pues eso es lo que están haciendo grandes compañías como Google y otras, que disponen de información grupal, de las búsquedas, hábitos de consumo, patrones de navegación y elementos tan inócuos como los «me gusta».

A través de la recopilación de esta información se propone que pueda existir una sabiduría grupal como nunca antes ha existido y que incluso pueda llegar a predecir algunos sucesos a través de modelos de inferencia.

Aunque hay que tener en cuenta las variables y peligros inherentes a cualquier modelo, para que no existan manipulaciones intencionadas o no entre los participantes, creo que no me equivoco si concluyo que, el conocimiento agrupado puede en algunos casos acercarse con mayor fiabilidad a la realidad que el del individuo, al menos en casos donde la información se encuentra sesgada.

Quién sabe cuantas de nuestras búsquedas y «me gusta» se encuentran ya parametrizando un mapa de tendencias al servicio, supongo, de grandes intereses y puede que marcando un camino a recorrer.