Sobrevivir no es suficiente

La revolución industrial vista como un continuo de sucesos que nos arrastra a un futuro distópico.

El fin de la tercera revolución industrial y el comienzo de la segunda edad media.

Por norma general nos referimos a lo acaecido en el siglo XVIII y comienzos del XIX como la Revolución Industrial y en nuestras mentes lo concebimos como un suceso que dista ya más de 200 años, y que aunque ha sido el germen de la sociedad que hoy vivimos con el nacimiento de la industria y la tecnología, es algo que ha quedado muy atrás.

Pero no es del todo correcto, de manera más o menos oficial, se considera que ha habido tres revoluciones industriales, una de ellas la hemos vivido hace no mucho y lo que promulgo en este texto con la ínfima autoridad que dispongo, es que alguna de las sucesivas evoluciones o nuevos episodios de este conjunto de revoluciones, nos llevará de manera inevitable a una edad media.

Sé que puede parecer extraño en un blog sobre tecnología el recordar la edad media, por ello he de explicar que no me refiero a un medioevo al uso, con el resurgir de la épica, los caballeros y el misticismo, por el contrario, tengo en mente un escenario muy semejante al de nuestros días, bastante costumbrista y cotidiano pero donde la precariedad, los abusos y el feudalismo amenazan la sociedad del bienestar.

El surgimiento de la primera Revolución Industrial.

Es extremadamente difícil llegar a ser preciso en este tema, aún a día de hoy, existen diferentes corrientes de pensamiento sobre las causas que la provocaron, cuándo se inició y las evoluciones que ya he comentado, por ello, me voy a centrar en tres ideas de mi propia cosecha: los tiempos, el ludismo y las guerras.

Los tiempos previos a la sociedad industrial.

En primer lugar, los tiempos, como en todo clímax, existen unos pasos previos, que en muchos casos no son siquiera visibles o que se pueden retrotraer a años, décadas y siglos atrás.

En el caso de la primera Revolución Industrial, tenemos un caldo de cultivo que comienza mucho antes, desde un cambio de concepción a nivel intelectual y espiritual con el racionalismo y su culminación en la ilustración, pasando por las reformas religiosas que sufrió Europa y la migración de una economía agrícola a otra comercial, creando las reglas de la economía de mercado.

Así, estamos hablando de un suceso que eclosiona a mediados del siglo XVIII pero donde se podrían cimentar sus causas en cambios del siglo XVII e incluso el XVI, aquella fue una época interesante y convulsa.

Las revueltas luditas.

Continuando con el siguiente punto, los luditas, denominación que recibían los partidarios de un movimiento en contra de los nuevos sistemas de industrialización textil que perjudicaban a artesanos y a obreros al sustituir en las fábricas a los operarios por máquinas.

Es preciso explicar que el movimiendo ludita tampoco surgió de un día para otro si no que la clase obrera fue muy penalizada en sus condiciones previas durante las guerras napoleónicas y que la introducción de telares automatizados como el de Joseph Marie Jacquard fue uno de los detonantes.

Estos telares, que funcionaban utilizando tarjetas perforadas semejantes a las de los ordenadores primigenios, con un rendimiento que multiplicaba entre 20 y 30 veces el de un humano, fue introducido en 1801 llevando 10 años más tarde a levantamientos en las fábricas y conflictos civiles de gran calado pero sin algún efecto definitivo y que tres décadas después se reproducirían en el campo con nuevos disturbios por las mismas causas, donde allí fueron telares, en lo agrícola fueron trilladoras.

Por supuesto, he de apuntar, que innovadores como Jacquard no fueron los culpables de esta situación, sin ellos, no habría habido futuro ni inspiración.

Las grandes guerras.

Por último, saltamos a la guerra, Heráclito, filósofo griego decía que la guerra era la madre de todas las cosas y nuestra industrialización nace tras una gran guerra, la Napoleónica que finaliza con el conocido enfrentamiento de Waterloo y el segundo tratado de París en 1815.

De ahí, hasta 1914, inicio de la primera guerra mundial, no hubo ninguna gran guerra, por las razones que fueran, la contienda de coalición contra Napoleón, que fue en cierto modo un conflicto mundial, una guerra mundial que alcanzó desde el Caribe a Rusia, llevó a un período de paz donde fructificaron los cambios iniciados siglos antes.

Comparando el ayer con el mañana

Ahora que ya disponemos de tres puntos de referencia lo único que tenemos que hacer es llevarlos a un sistema de coordenadas que conozcamos, que sea mucho más familiar y buscar puntos de unión.

Influencias previas.

En las últimas décadas, la concepción del mundo occidental ha cambiado de manera drástica, nuevamente a nivel de sensibilidad y de la percepción del ser humano, de su bienestar social y su papel en la tierra, donde, por primera vez consideramos como una realidad el establecernos en otros planetas y donde hemos sustituído la sensibilidad eclesial de antaño por una orientada a salvar el planeta, a fin de cuenta, una nueva espiritualidad.

Una sociedad convulsa.

El segundo punto, las revueltas. En nuestros días no llegaremos a oir en las noticias una mención de disturbios luditas pero cada vez son más comunes los levantamientos sociales debidos a la inconformidad, los desequilibrios y el empobrecimiento, incluso en un sector del planeta donde los derechos de los trabajores y la negociación colectiva forma parte de las bases de la sociedad.

Los períodos de paz.

Si convertimos la gran guerra de coalición contra Napoleón en la primera y segunda guerra mundial (que forman parte del mismo conflicto), seguidas también de un período de paz, en aquel caso de 99 años, en el nuestro… seguimos contando, que ya es mucho.

La literatura y sus profecías.

Se atribuye a Niels Bohr una frase que reza: «es dificil hacer predicciones, especialmente del futuro«, pero en el día de hoy me siento afortunado y el agua no parece fría, con lo que voy a tirarme a la piscina y me apoyaré en un subgénero de la ciencia ficción llamado ciberpunk, que relata futuros distópicos.

Estoy seguro que aún si sois neófitos de ese tipo de narrativa puedo traer a vuestra mente títulos como Blade Runner, Juez Dredd, Robocop, Desafío total o Max Headroom y muchas otras que dibujan un futuro que chocan con la utopía, es decir, un futuro medieval, donde los estados han perdido su autoridad, la gran mayoría de la población vive de subsidios, la robótica forma parte de la sociedad, donde grandes corporaciones ostentan el control de sectores como la seguridad o el sanitario y en el que el acceso a la alta tecnología es común, mientras que la comida puede ser un lujo.

Por supuesto, los derechos son una mera nota a pie de página de la historia aplastados por mega urbes donde el premio es sobrevivir… ¿a alguien le resulta familiar ya algunos de estos aspectos?.

Los romanos no debieron imaginar el día después mientras el mimado emperador Honorio con su desinterés pavimentaba el fin del mundo como lo conocían y que provocó el inicio de la época oscura de la edad media, pero nosotros sí que soñamos con un futuro peor, lo hemos modelado y dado forma de una manera tan precisa que asusta.

Al igual que H.G.Wells predijo en su libro Anticipaciones de 1901 diferentes cambios y sucesos a nivel social y tecnológico (aunque con algunos errores también) uno de los que más me interesa es su predicción sobre la aparición de mega ciudades compuestas de suburbios y la aparición de clases desfavorecidas, algunas por causa de la tecnología y la pérdida de su trabajo.

¿Soñamos con nuestra propia involución? o es que está tan prístinamente claro para algunos que anticipar el rumbo tomado no es predicción si no obviedad.

El ingrediente de la perdición.

Reza el adagio que «el camino al infierno esta repleto de buenas intenciones» y sin pensarlo puede que estemos caminando directos al precipicio.

Creo que uno de los momentos definitivos llegará cuando se produzca una traslación del dinero hacia la utilidad.

Me explico, todos sabemos lo que es el dinero y lo que se puede hacer con él, pero la utilidad es un concepto engañoso porque se aleja del valor monetario de una venta o cambiario de un trueque y nos hace ver que ese producto o servicio tiene un valor para nosotros por el simple hecho de ser utilizado.

Así, hay cosas que no valen mucho monetariamente pero tienen una gran utilidad o que su valor monetario se devalúa con el uso y sin embargo, mantienen la utilidad.

Hoy en día ganamos dinero a través de nuestro esfuerzo laboral, con ese ingreso pagamos la vivienda, la luz, Internet, la comida, la ropa y muchos otros gastos, pero… por norma general, mes tras mes, suelen ser los mismos. Incluso los gastos extraordinarios como una reparación son esperables.

Pero no todo el mundo tiene la suerte de tener un trabajo y reciben un subsidio. Qué ocurriría si el gobierno de turno propusiera o decidiera modificar esa prestación no entregando dinero, si no utilidad. En vez de entregar una cantidad en moneda, sería proveedor de servicios como alojamiento, comida (con el correcto valor nutritivo), comunicación y ocio.

El incremento del paro y por tanto de diferentes tipos de subsidios llevará a un hiper endeudamiento, que es la madre de todos los males y acabará por no ser sostenible y colapsando… y para cualquier gobierno será más sencillo ofrecer utilidades que emitir moneda sin valor.

Esa será la traslación del dinero a la utilidad, donde, como siempre, el dinero será disfrutado por una élite y la democracia mantendrá su nombre pero se comportará como una aristocracia.

10 Minutos en el futuro.

Si algunos han soñado con el futuro, a nosotros posiblemente nos toque vivirlo y ver la aparición de las primeras inteligencias artificiales, de la inclusión de la robótica en todos los procesos productivos y de atención al cliente, del descenso y precarización del comercio como lo conocemos y de la más absoluta deslocalización en la prestación de servicios y de producción.

Aún queda mucho, pero puede que no tanto, todavía no existe la primera IA, los robots que nos van a sustituir todavía son torpes e ineficaces y el modelo tradicional de economía puede ser «too big to fail» (demasiado grande para fallar), pero quien esté atento a las señales y disponga de una mente abierta a fantasear puede que evite llegar a convertirse en un fanático ludita porque tal vez, algún día el mundo cambie y ni siquiera nos demos cuenta.

Espero que nos haya servido de algo lo logrado durante el siglo pasado y el conocer que la tecnología no es buena ni mala, si no que todo cambio tecnológico ha de llevar un proceso de implantación y adecuación a las formas sociales… ¿estarán nuestros gobiernos a la altura?, ¿serán los «expertos» capaces de valorar el impacto y sostener un modelo de bienestar social real y no subsidiado?.

Quiero creer que sí y también haber provocado la curiosidad para que quien haya tenido la atención de leerme, se sienta atraído por los sucesos y personajes que aquí, de la manera que he podido, me han servido para urdir esta trama, os invito y animo a que profundicéis en cada uno de los datos que yo solo apunto, entrando en detalle en cómo los hechos se entrelazan y tal vez elaboréis vuestras propias teorías sobre un futuro utópico o distópico.