El ocaso de los dioses – la conclusión
Corrían los años 90, un estudiante universitario de empresariales, apasionado por la informática acariciaba su teclado buscando alivio en la creación, el código tomaba forma con cada línea. Esta es la historia de un truco que es contado una y otra vez y que siempre funciona.
Allí estaba yo, un chaval de poco más de 18 años, tras un horrible primer año universitario, donde después de haberme roto la cabeza estudiando, los resultados no acabaron siendo lo esperado. Mi reacción en busca de «algo más» fue ponerme a programar una inteligencia artificial o al menos esa era mi ilusión mientras creaba un chat bot. No era el primero de la historia, el MIT ya había escrito el mítico Eliza en los años 60 pero el mío iba a ser mejor, esta sería mi «opera magna».
Ya llevaba años programando, comencé sobre los 10 años, puede que lo cuente en otro momento, pero nunca había hecho nada tan ambicioso y es que de aquella, el término chat bot ni se utilizaba pero los más frikis de la tecnología que de aquella se llamaba informática soñaban con un ordenador que hablase como KITT (Knight Industries Two Thousand) la IA que formaba parte del vehículo de la serie de El Coche Fantástico y por qué no, con el coche entero. El sueño de la inteligencia artificial era el Santo Grial de la técnica, que era tan deseado como imposible, no había manera de conseguirlo y eso ya lo sabía al iniciar la primera línea de código, pero aún así, todos los adolescentes de aquella época habíamos sido influenciados por el concepto, nos ilusionaba.
Pero antes, un poco de contexto…
¿Qué es un chat bot?.
Un programa que generalmente a través de texto, pueda simular una conversación y responder como si un humano fuera. La manera de validar un chat bot era a través del test de Turing.
¿Y… qué es el test de Turing?.
Alan Turing que se merece un artículo para él solo, propuso en 1950 el test de Turing con el objeto de probar si una inteligencia artificial podría convencer a un interlocutor humano de estar hablando con otro humano en vez de con un ordenador.
La mencionada Eliza superó el test, aunque con muchos matices y a día de hoy hay mucha literatura sobre este asunto que hace que el propio test se haya reformulado y evaluado desde aspectos tan dispares como el filosófico, social y conversacional considerando aspectos como qué se entiende o donde reside la capacidad humana para comunicarse o el hecho de tener un interlocutor válido que se encuentre en la misma medida intelectual o no que el propio chat bot, pasando por el cumberlandismo asociado a la comunicación que edulcora y engaña con sus resultados.
No me engañes demasiado.
En definitiva, los chat bots utilizaban trucos como repetir las últimas frases convirtiéndolas en preguntas, obligar a atender solo a preguntas, utilizar lógicas circulares y asociaciones, cambiar de tema cuando no tenía respuestas y trucos que un buen comercial puede manejar de manera instintiva.
Además, existe otro factor muy importante, un chat bot no necesitaba ser o parecer inteligente, solo parecer humano en su conversación.
En base a estos escenarios, de algún modo me convencí que podría hacerlo mejor y dediqué parte de un lastimero verano en el que debía estudiar las asignaturas suspendidas a programar mi IA.
Construyendo mi IA.
No me extenderé demasiado porque no es aquí donde quiero llegar pero diré que mi empeño me obsesionaba, busqué la manera de descubrir qué hacía que un texto tomara forma para un interlocutor sin tener demasiado en cuenta su contenido real, por tanto, lo mismo, que parezca humano aunque sea un poco disperso mentalmente.
Analicé textos, cogía libros y más libros, trataba de ver un patrón y al final, después de valorar diferentes opciones llegué a una conclusión, que podría crear una ilusión conversacional utilizando las preposiciones, artículos y otras palabras que denominé como «de tránsito».
Mi IA, que… he decirlo, mejoraba las otras IAs como Eliza o el mítico Racter de Amiga, no necesitaba basarse en preguntas y podía atender cualquier comentario abierto buscando las palabras de más letras que un umbral prefijado ya que valoré que las palabras que más información tenían eran palabras formadas por varias letras. Es decir, podría encontrar más contenido en una palabra como «melocotón» o «supervivencia» que en otra como «tres» o «entrar». Por supuesto, también descartaba las palabras de tránsito que he referenciado antes.
Para que esto funcionara necesitaba una base de datos donde la IA pudiera buscar información, con lo que el sistema disponía de un archivo alimentado con parte de un libro, así como otros contenidos, por supuesto, de aquella no había Internet.
De esta manera, en función del número de palabras válidas que el interlocutor hubiera introducido, el sistema hacía una búsqueda en esa base de datos y comenzaba a formar un texto, tomando de partida una o varias palabras «grandes» y saltando cada vez que encontraba una palabra de tránsito hacia otra palabra de tránsito que encontrara más adelante.
Con un ejemplo práctico, supongamos que yo le decía a la IA algo como «hoy hace un día soleado, solo verlo me ha animado».
Las palabras objetivo son soleado y animado, si la base de datos dispone de alguna o varios de esos términos, comenzará por buscar una palabra de tránsito anterior y leer desde ahí, cuando encuentre una nueva palabra de tránsito, por ejemplo un «de», saltará hasta el siguiente «de» que encuentre y continuará, elaborando una frase que curiosamente solía tener un porcentaje de éxito muy elevado y a veces decía cosas realmente interesantes e imaginativas.
Si no encontraba ninguna palabra objetivo, preguntaba y añadía esa información a la base de datos, además, se alimentaba de cada conversación, guardando un registro en base de datos a parte de cada una de ellas para disponer de más y más información con cada nueva conversación.
Esta IA es un engaño.
Data, que así la llamé por mi recurrente afición a Star Trek, era un timo, no era inteligencia artificial, era entretenida y una curiosidad que al final present’e a familia, amigos y algunos profesores que se quedaron extrañados con sus ingeniosas asociaciones y respuestas, a fin de cuentas, podría superar el test de Turing pero… no, al final… solo era un malabarismo.
Septiembre no trajo muchos más aprobados y no le cogería el gusto a empresariales hasta que descubrí la bolsa, Data se convirtió en mi «opera magna» y a la vez en una de las últimas veces que programé. Años más tarde en mi segunda empresa dediqué varios años y una cierta cantidad de recursos a crear un chat bot más avanzado, que se anclaba a una página web y atendía a los visitantes incluyendo una avatar con síntesis de texto a voz. De aquella el término chat bot aún no estaba ni siquiera popularizado y no encontrarás el mío por ningún lado porque una empresa me lo compró y supongo que lo hizo desaparecer.
GPT y la revolución de los chat bots.
GPT o generative pre-trained transformer es una IA propiedad de OpenAI, una fundación centrada en el desarrollo de la inteligencia artificial creada por Elon Musk.
GPT ha pasado por varias evoluciones y sus características han ayudado a los programas artísticos basados en IA que refiero en el artículo anterior a interpretar los textos. Ahora Chat GPT tiene excitado a todo el mundo con sus propiedades conversacionales además de poder crear contenidos, responder a preguntas complejas, incluso solucionar problemas o escribir código, explicar teoremas o convertirlos a poesía.
Su potencia está alcanzando niveles insospechados, por ejemplo, ya existe un juego de preguntas y respuestas creado por el propio GPT donde solo se le introdujo en formato texto lo que se quería de él y que además, utilizara un tono sarcástico, cosa que la IA hizo. En otro caso más, el usuario pidió que funcionara como una máquina virtual, esto es, que se comportara como un ordenador, con una línea de comandos, que solo quería comunicarse con él a través de comandos y que solo utilizara el lenguaje natural cuando el usuario lo marcase entre unos símbolos, cosa que la IA interpretó e hizo obedientemente.
Chat GPT es tremendamente avanzado y versátil, lo utilizan para redactar textos y hacer los deberes, pero sus propios creadores reconocen sus limitaciones y sitios como Stack Overflow, lugar de referencia de los programadores, han prohibido su uso porque las soluciones que daba a consultas de código no eran siempre correctas. Aún así, tiene la capacidad de analizar el contexto, identificar estructuras del lenguaje humano, aprender de las conversaciones y emitir una respuesta que simule el lenguaje natural, en definitiva, no solo parece humano, si no que se parece a uno bastante inteligente.
El futuro de las inteligencias artificiales.
Bien… ¿y ahora qué?. Pues un paso más en la dirección a la que nos dirigimos, tendremos chat bots más especializados y capaces conectados a Internet en nuestros asistentes móviles, en páginas web o en el coche, atendiéndonos servicialmente y colmando nuestras expectativas.
El meollo de la cuestión es que todas esas funciones y todas las que hoy en día disfrutas con un ordenador o teléfono inteligente ya se llevan a cabo con lenguajes de programación y sistemas expertos centrados en áreas concretas. Al final, al «forzar» a los ordenadores a hablar y expresarse como nosotros lo hacemos, lo que buscamos, tal vez de manera instintiva y sin darnos cuenta conscientemente, es que se parezcan más a nosotros. Y al ponerles piernas y rostro, les podremos mirar a los ojos, encontrando a un semejante con el que será fácil hablar en nuestro propio lenguaje natural.
Aun así, tengo por seguro que aunque ChatGPT y otros son apabullantemente mejores que mi obsoleta IA son iguales de incapaces de llegar a donde deben, de alcanzar a KITT, porque KITT apreciaba a Michael y al resto de sus compañeros, incluso en el peor de los casos, no alcanza a HAL porque la IA de 2001 Una Odisea en el Espacio, se volvió loco porque le obligaron a mentir, o porque DATA puso fin a su vida para salvar a otra persona.
Aprecio, locura, sacrificio, son palabras que abarcan todo el espectro de la realidad, una cosa es hacer una frase con ellas y hacer parecer que lo contextualizas y entiendes o poder encontrar información al respecto y saber todo lo que haya que saber sobre el aprecio y el amor pero una cosa muy distinta es comprender su significado real.
Si has llegado hasta aquí te lo agradezco, esta ha sido la primera entrada doble que he hecho y soy consciente que me he alargado más de lo recomendable para mantener la audiencia pero no creo que pudiera haberlo expresado con muchas menos letras.
En conclusión creo que estamos en un punto de inflexión, donde el futuro soñado se va a tocar con el áspero presente antes de lo que creemos y donde será necesario que se ponga más atención a la filosofía, a la legalidad y a la educación social que a la tecnología para elaborar un test efectivo y preparar a la sociedad para lo que viene.
Las IAs de hoy en día son juguetes, más caros y mejores que los de hace 30 y 60 años pero cualquier día… cualquier día… puede suceder algo, espero que sea algo bueno, a fin de cuentas, ¿no es lo que quieren todos los padres?, que sus hijos sean mejores que ellos.