Un futuro diferente: traductores y actores de doblaje
Me gustaría comenzar con una serie de artículos que aborden los efectos de los cambios tecnológicos en los trabajos y profesiones y este sería el primero más que nada por casualidad al haber encontrado varias noticias relacionadas.
Uno no suele pensar cuánto trabajo y personal hay a veces detrás de una producción cinematográfica, por ejemplo, una película de cierta envergadura puede dar de comer a miles y miles de personas y apoyar otros miles y miles de empleos indirectos que si bien no se encuentran relacionados con la producción, prestan servicios que son necesarios y que generan negocio.
Para ilustrarlo, el otro día, viendo una de mis sitcoms favoritas, llegué al final, después de los títulos de crédito con el propósito de conocer un poco más en detalle cuántas personas podrían estar involucradas en el doblaje. Por supuesto, ya estamos contando los actores, que en series corales pueden ser unos cuantos entre cinco y diez, a eso hay que sumar los personajes secundarios o que aparezcan solo en ese episodio y que muchas veces, aunque no nos demos cuenta, están doblados por unos actores de doblaje de cabecera que con diferentes registros y entonaciones sirven para varios de ellos. Por último, esos textos hay que traducirlos, por tanto, traductores a diferentes idiomas y otros que revisen los trabajos de traducción y editen los subtítulos, nuevamente, en unos cuantos idiomas.
Así, aún en una pequeña comedia de 20 minutos, tenemos a muchas personas y puestos de trabajo en juego, por tanto, cuando una tecnología altera el equilibrio de una de las tareas o empleos puede afectar a parte del gremio o por el contrario, barrer a todos los implicados… este es uno de esos casos.
Voces digitales para los doblajes.
Ya conocemos los deep fakes y toda la polémica que ha habido al rededor y ahora viene algo con bastante más impacto laboral, la Inteligencia Artificial aplicada al doblaje.
Parece ser que con solo tener las muestras de las voces originales, estos softwares pueden articularlas en otros idiomas y emular expresiones como reir o llorar, entre otras e insisto, con la voz original, por lo que podríamos oír el mítico «yippie-ki-yay» de la voz del propio Bruce Willis dentro de un diálogo en español.
Si esto prospera, el actor de doblaje tendrá un durísimo competidor que no solo desempeñará su papel si no que lo hará por un coste menor.
Puede parecer un paso muy drástico y puede parecer tan novedoso que no sea fiable pero es que no es tan nuevo porque al igual que con los deep fakes ya se lleva un tiempo realizando eso sí, en situaciones excepcionales como en el caso de actores difuntos o con problemas médicos que no les permitan el habla.
Subtítulos con traducción automática.
Aquí vamos a tener menos efectos especiales y nos vamos más a la letra, porque esos traductores a los que me refería en mi ejemplo pueden estar también pendientes de un hilo con los sistemas de traducción automática.
La serie de El juego del calamar, un éxito en el catálogo de producción propia de Netflix ha sido traducida automáticamente en su versión subtitulada y solo editada posteriormente en busca de errores y correcciones.
Esto significa que Netflix se ha ahorrado al traductor o traductores y solo ha dispuesto de correctores que han necesitado menos tiempo para llevar a cabo su trabajo.
Este punto es complicado ya que no siempre los subtítulos han ido de la mano con la versión original o incluso con la versión doblada. Me explicaré. En su momento, para perfeccionar mi inglés hablado, recurrí a ver películas y series en versión original pero al principio, necesitaba la ayuda de los subtítulos y descubrí que no siempre la versión de texto seguía al pie de la letra, nunca mejor dicho, lo que los actores declamaban. Si eso lo llevamos a la versión traducida, descubres que en muchas ocasiones es una versión libre y que tampoco concuerda con lo que hablan, algo parecido a las licencias que se toman al cambiar los títulos de las películas.
De todos modos, parece ser que la calidad de las traducciones de este tipo no están siendo del todo adecuadas, con lo que no sé si es culpa del sistema automático únicamente porque se supone que había alguien revisándolo.
Hace poco se ha hecho viral la traducción automática de un biopic donde el protagonista decía: «lo siento mucho mi arma«, una expresión típica andaluza de ‘mi alma’ que fue traducida por el sistema como «I’m sorry, this is my weapon» o «lo siento, esta es mi arma».
Insisto, ¿alguien con un conocimiento relacionado con el español y sus giros ha revisado eso?, entiendo que sí porque el cambio natural de la traducción no es el que ha sido mostrado en el resultado final en inglés si no que según Google muestra un resultado más literal como se puede ver en la siguiente captura.
Y haciendo la prueba con DeepL ahondamos más en las interpretaciones con un «for my weapon» que si removemos un poco la coctelera y lo volvemos a traducir al español nos dice «lo siento mucho por mi arma».
Conclusiones sobre el uso de la tecnología en las traducciones y doblajes.
Como ya he apuntalado en algunos momentos en este blog, por ejemplo, sobre la Inteligencia Artificial, creo que estamos dejando volar las ilusiones y la tecnología no se encuentra del todo preparada para siquiera reconocer modismos.
Una cosa es que un sistema experto convierta una onda y aprenda sus modificaciones cuando sonríe o llora y otra muy diferente es que entienda una única palabra dentro de un contexto. La parte técnica es muy sencilla porque solo es tecnología, se mueve siempre hacia delante y siempre es empujada por conseguir más, pero las conceptualizaciones son todavía el reino de los humanos.
Unos humanos que parece que, por la razón que sea, ponen muy poca atención a lo que hacen y luego ocurre lo que ocurre, en los doblajes y en otras situaciones como en la línea Maginot.
Respecto a la ética de sustituir a humanos que traducen o doblan nuestras series y películas favoritas, es un debate que no se va a producir, simplemente sucederá como ha sucedido en el pasado con otras profesiones, de manera más o menos gradual porque el gran público no se va a plantear ese aspecto igual que no se plantea otros aspectos productivos de su calzado, ropa o alimentos.
Somos consumidores y por norma, no nos importa demasiado qué ocurra en la cocina mientras nuestras lentejas estén calientes, queremos lo mejor para el mundo entero pero la realidad es que muy posiblemente no nos demos ni cuenta.
Como decía Ronald Reagan, «recesión es cuando tu vecino pierde el empleo, crisis es cuando lo pierdes tú». La frase seguía pero ya no viene a cuento, mi punto, como dirían los americanos es que hay, hubo y habrá puestos de trabajo y profesiones cualificadas que están, fueron y serán barridas por la tecnología.
Viene un futuro con curvas. Agárrate.